Traducción del artículo publicado por Olatz Azurza en Berria.eus el día 26/9/2015.
Hoy se realizará el segundo encuentro de cooperativas de energías renovables de la península ibérica. En la misma cooperativas de Madrid, Andalucía, Castilla la Mancha, Castilla y León, Cantabria, Cataluña, Valencia, Galicia y Euskadi fijarán las líneas de trabajo de cara al futuro. También estará, cómo no, la representación de la federación de cooperativas europeas de este tipo (REScoop.eu).
REScoop son cooperativas que fomentan energía de fuentes renovables (Renewable Energy Source Cooperative). Mediante las cooperativas los habitantes realizan inversiones para la transición de modelo energético – invierten dinero o tiempo – : para dejar el carbón, la energía nuclear y fuentes parecidas y cambiar a fuentes de origen 100% renovable y tecnologías de alta eficiencia. Se conocen como energías renovables aquellas que no se agotan, es decir, que se regeneran mediante ciclos naturales a la misma velocidad: solar, eólica, hidráulica, geotermia y biomasa. Dicho así, estaríamos hablando de un simple cambio tecnológico, pero no es sólo eso. Los proyectos de este tipo buscan la democratización del mercado energético – mediante el modo cooperativo, fomentan la participación ciudadana en la generación y el consumo – y demandan el cambio de modelo energético – adaptado a los recursos del lugar, cercana y compartida-. En Eurpoa, a principios de año, había registradas más de 2.400 cooperativas respaldadas por cientos de miles de ciudadanos. En el País Vasco las únicas cooperativas de este tipo son Goiener S. Coop., I-Ener y Barrizar.
El motivo de creación de estas cooperativas es sin duda la insostenibilidad del modelo actual. Medioambientalmente, el cambio climático; desde el punto de vista de salud, el efecto de la contaminación en los ciudadanos; económicamente, los precios de los combustibles fósiles –carbón, gas y petróleo- arrastran a los estados al déficit y a nivel doméstico se están dando lugar a dificultades nunca vistas para pagar las facturas… Y el motivo más alarmante de todos: el consumidor sufre impotente esta situación cuando los propietarios de la energía son grandes empresas, es decir, capitales internacionales centrados en la maximización del beneficio. Según un artículo publicado por el Ararteko en febrero, en 2014 en Euskadi más de 230 mil ciudadanos tuvieron dificultades para mantener sus hogares a temperatura adecuada.
Las cooperativas de este tipo se han creado en tiempos difíciles en Europa y en el mundo en otras épocas: después de la Primera Guerra Mundial, en Alemania, se crearon hasta 6.000 cooperativas nuevas; tras la crisis del petróleo de 1970 volvieron a florecer; lo hicieron de nuevo tras el desastre nuclear de Chernobyl y la última, se está dando por el cambio climático principalmente.
Difundiendo REScoop
En nuestro entorno, las cooperativas de fomento de energías renovables responden también a motivos especiales: en los últimos años ha quedado patente la falta de ética de las principales compañías eléctricas y los gobiernos – el caso de los 3.400 millones de euros, el corte de suministro a familias en situación económica grave-, el gobierno ha establecido obstáculos nunca vistos para este tipo de tecnologías – dificultando la creación de instalaciones pequeñas, previendo impuestos exagerados al autoconsumo, dejando el balance neto sin regular-…
Las personas que lideran estas actividades poseen un alto nivel de motivación y compromiso personal y a su alrededor, apoyándolos, crean un grupo de confianza: técnicos, ecologistas, economistas, agentes de barrio y municipales. Los movimientos que salen adelante se convierten en referencia y modelo para la creación de movimientos similares en el entorno. Entre los éxitos más significativos están el pueblo austríaco de Güssing y la isla danesa Samsø. Ambas nocían una grave crisis económica y demográfica en la década de 1990 y apostaron por las renovables. Hoy día, son referentes mundiales a nivel tecnológico, ecológico, social y económico.
El proceso de creación de estas cooperativas no se puede entender, sin embargo, sin conocer la evolución del mercado eléctrico en Europa –y del gas posteriormente-. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el suministro de electricidad realizado por pequeñas industrias locales aisladas entre sí, empieza a convertirse en una red única y fuerte. Con el objetivo de garantizar el suministro universal, las redes y operadores pasan a manos públicas o de monopolios. La construcción de centrales nucleares en la década de los 70 no hizo más que fortalecer esta tendencia.
La directivas publicadas en 1990 por la Unión Europea en torno a la liberalización del mercado eléctrico tenían por objetivo romper dichos monopolios, para fomentar la competitividad y conseguir precios más bajos. Sin embargo, lo que provocó fue la privatización de todo el sector o de parte de la misma.
Ante el movimiento cooperativo energético, las grandes empresas, crearon el grupo Magritte en 2013, para solicitar la defensa del sistema eléctrico tradicional. Dicho grupo ha difundido ciertos mitos en torno a las renovables, empleando la fuerza de los principales medios de comunicación: no hay suficiente energía renovable para todos, es muy cara, no son tecnologías fiables, ofreciendo sistemas de cierta participación, aplicando con rigor un lobby potente.
Las coopeativas REScoop tienen las siguientes recomendaciones/objetivos: bajar los niveles de consumo y buscar la eficiencia. Emplear fuentes bajas en carbono. Mejorar la eficiencia de la red eléctrica: mediante una red más distribuida e inteligente, una red más flexible.
El camino para conseguirlo es seguir estos principios: emplear recursos comunes – bosques, viento, agua, sol…— y mantener su propiedad comunal. Mantener las instalaciones de generación en manos de los ciudadanos. Poner las redes de transporte y distribución en manos de la ciudadanía y difundir el movimiento REScoop.